Apareció primero en La Jornada Aguascalientes, dentro del suplemento /Autonomía 101.
No leí el libro (o los libros), no vi la película, no pienso
perder mi tiempo en eso, y no voy a ser parte del triunfal marketing de otro
best-seller. Además no necesito hacerlo para escribir esto, primero porque
tengo las fuentes para saber lo que me interesa, y segundo porque no es la película en si de
lo que se trata esto, sino de los elementos que, como buen best-seller,
manipula, deforma, y al final vomita.
Si alguien quiere leer la obra seguro puede hacerlo sin
ningún problema, es un best-seller, lo que garantiza una redacción básicamente
lineal y simple. Mis amigas que lo leyeron coinciden en que es para quién no
tiene un buen hábito de lectura y panorama sexual reducido.
Ahora, lo importante, 50 sombras ¡No es BDSM! El BDSM
(Bondage, Disciplina, Sadismo, Masoquismo) es una práctica sexual alternativa,
en la que algo fundamental para quienes lo practican (no necesariamente
parejas) es el consenso, las partes están de acuerdo en las practicas que van a
realizar (shibari, spanking, kinky, caning, wax, pet play, fisting, foot,
gagging, teasing, asfixia, y un largo etcétera). Quienes lo practican (bien)
están informados, saben algo de anatomía (básico para en general tener buen
sexo), de prácticas seguras y de seguridad; donde lo más común es una “palabra
de seguridad” que al momento de usarla la sesión debe concluir inmediatamente
(no necesariamente es un “alto”, “suficiente”, “me duele”, o “ya por favor”,
pues hay a quiénes les excita usar esas palabras).
Una sexualidad sana, sea alternativa o no, no genera culpas.
Dentro de los roles BDSM, quien ejerce dominación no experimentan esas culpas,
ni son perversos casi criminales; y quien es sometido/a no puede ser una
persona de baja autoestima; pues eso llevaría al abuso. También parte de una
buena sexualidad es explorar y explorarse, no quedarse en lo que “ahuevo te
tiene que gustar” ¿Han visto las listas de categorías de los (buenos) tubes
porno? Son enormes. Si todos encontráramos placer sexual de la misma forma, esa
lista sería de dos o tres categorías.
Si quieren buen cine (yo lo considero), sobre sexualidad
alternativa:
Saló (Pasolini, 1976)
Luna Amarga (Polanski, 1992)
La Secretaría (Shainberg, 2002).
Kynódontas (Lanthimos, (2009).
The secret life of a single mom (Moore, 2014).
The pet (Stevens, 2006)
Las edades de Lulú (Luna, 1990).
Srpski film (Spasojevic, 2010).
El imperio de los sentidos (Oshima, 1976).
Ecstasy in Berlin (Beatty, 2004).
El arco (Ki-Duk, 2005)
Nymphomaniac (Von Trier, 2013). Es obligatorio ver la
trilogía completa “Depresión” de la que Nymphomaniac forma parte.
Para leer:
Historia de O (Aury, 1954)
La Venus de las piedes (Sacher-Masoch, 1870).
La historia del ojo (Bataille, 1928).
Justine (Sade, 1971)
Dorada (Miklos, 2014).
Sobre de las relaciones amorosas que no son rosas, ni
basadas en estereotipos absurdos como Crepúsculo: “Mundo adulto II (Entrevistas
breves con hombres repulsivos) de David Foster; “Una novela lumpen” de Roberto
Bolaño.
Si después de todo esto se preguntan: ¿Por qué en una
sociedad de mercado y conservadora, como la occidental, tiene tanto éxito 50
Sombras, si se supone que trata temas de sexualidad alternativa? Lean El Origen
de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado de Engels, e Historia de la
Sexualidad de Foucault.
Ya sea para algo que causa tanto placer en el sexo, o la
música, el cine, la ciencia (sobre todo), hay que buscar mucho más allá de lo
que las sociedades de mercado nos ponen a la mano para consumir-reproducir. Por
favor (por favor) no sean ordinarios.
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