La llamada reforma hacendaria es la quinta del paquete de reformas estructurales presentada por el presidente Enrique Peña Nieto después de las reformas educativas, energética, financiera y de telecomunicaciones. Aunque tiene solo una semana de diferencia respecto a la energética, la diferencia en cuanto a contenido es abismal y es que el documento de la reforma energética carece incluso de orden lógico, mientras que el texto hacendario da muestra de una mayor capacidad de reflexión ante la realidad mexicana.
En general la reforma ha sido calificada como economómicamente tibia, pero políticamente fuerte (básicamente por dejar sin muchos elementos que criticar a la débil y dividida oposición). Entre los avances destacan el aumento en la importancia de los impuestos indirectos sobre los directos, la creación de impuestos a ganancias bursátiles y dividendos y la reducción de impuestos a PEMEX. Además de reconocer la importancia que tiene el gasto gubernamental en el crecimiento y desarrollo del país.
La propuesta llega en un momento macroeconómico grave. Este año se esperaba que el PIB creciera un 3.4% respecto a su valor en el año anterior, pero después de los datos del segundo trimestre sabemos que dicho crecimiento será de la mitad o menos. EL 60% de la PEA trabaja en la economía informal, lo que hace especialmente difícil cobrarles impuestos. La presión fiscal para México es del 13.7%, contra un promedio en la región latinoamericana del 19% y en los países de la OCDE del 26%.
El artículo completo en Paradigmas.
Comments
Post a Comment