Todos los países latinoamericanos entienden al salario mínimo más o menos de la misma forma, es decir, como aquel salario que debe cubrir las necesidades del trabajador y su familia de tal forma que se coloquen por encima del umbral de pobreza. Aunque en México desde 1982 el salario mínimo real atravesó por periodos de contracción y estancamiento, el comportamiento de dicha variable en otros países de la región es completamente inverso. En 2002, 5 de 17 países latinoamericanos contaban con un salario mínimo que cumplía con la definición anterior, y para 2011 la cumplían 8 países. En éste sentido, el caso brasileño puede enseñar algunas cosas a México. El texto completo en Paradigmas.
Justamente en esos momentos en que la confusión reina terriblemente en la atmósfera...